jueves, 16 de agosto de 2012

San Roque, Patrón de Valencina

Hoy es 16 de agosto, día en que se celebra la festividad de San Roque de Montpellier, Patrón de Valencina de la Concepción. A las 21:00h. tendrá lugar una función en su honor en la Casa-Hermandad de Torrijos, sede actual de la parroquia.
La relación de San Roque con Valencina es muy antigua. Hemos de remontarnos al siglo XVI, donde tenemos constancia documental de que la parroquia lo tenía como Titular, probablemente desde bastante tiempo atrás.

San Roque y Valencina.
San Roque llega a Valencina de la Concepción de manos de los franciscanos. Como sabemos, esta congregación tenía en nuestro pueblo el llamado Hospital de la Sangre, dedicado a hospedar y sanar transeúntes. El santo de Montpellier fue célebre por curar la peste, por lo que a él se encomendaban los pueblos tras su muerte para ello. La Orden Tercera veía a este santo como uno más de su congregación, pues asegura que juró sus votos espiritualmente al deshacerse de todos sus bienes y dedicarse a los enfermos. En una época de confrontación entre órdenes religiosas, los franciscanos utilizaron la figura de San Roque como expresión de su doctrina, aprovechando su fama en auge y promoviendo su culto. La devoción, titularidad parroquial y patronazgo llegaría a raíz de que la epidemia afectara al pueblo o alrededores, desarrollándose desde entonces.

Roque de Montpellier, Santo.
San Roque nació en la localidad francesa de Montpellier en torno al 1295, en el seno de una familia sumamente rica. Su padre era gobernador de la ciudad y vasallo destacado de la corte de Jaime II de Aragón. Muertos sus padres, vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los necesitados y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
En ese tiempo estalló la peste de tifo y la muerte se propagaba rápida y multitudinariamente por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la cruz sobre su frente, a otros ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, ya que nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio.
Con todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".
Mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba. Sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.
Murió un 16 de agosto de mediados del siglo XIV, en torno a 1350. Al ser enterrado, se descubrió en su pecho la señal de la cruz que su padre le había grabado de pequeño, ya que su nacimiento fue milagroso al encomendarse el anciano matrimonio a un crucifijo debido a la infructuosidad del mismo. Precisamente su nombre, Roque o Rocco en italiano, significa roca, nombrado así por su robustez al nacer a pesar de la situación. El hecho de descubrir que era hijo del que fuera gobernador de la ciudad causó gran admiración entre la población, y ello contribuyó al crecimiento de su devoción.

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