viernes, 6 de enero de 2012

El mejor regalo de Reyes. Hace 75 años...

Una luz que despierta al amanecer. Una estrella que irradia esperanza. Un lucero que muestra la constelación imposible de su belleza.
Hace 75 años Valencina del Alcor recibía su mejor presente en el día de la Epifanía: la paz. Una serenidad armoniosa inundó las calles aquella mañana, y entremezclada con la inocente ilusión de un niño encarnada en todos, se transfiguró en Estrella prodigiosa que alentara a las almas perdidas que supieron hallar su mirada.
Era la mañana de Reyes. La Virgen de la Estrella regresaba a la amplitud de su templo tras varios meses emparedada en el exilio. Bajaba de su altar en besamanos para susurrar al oído de quien se le acercaba que lo peor ya había pasado. Esa misma tarde, por si alguien no había acudido a su encuentro, salió por las calles a proclamar como evangelio celeste la calma y la reflexión, y, sobre todo, el recuerdo, sintiendo a sus plantas la sangre injustamente derramada al pasar por los lugares más destacados de cuantos actos crueles se cometieron.
El 6 de enero de 1937 Valencina se acercó a su normalidad y regresó al amparo de la Estrella que protege su devenir. La Guerra Civil había finalizado por completo en el sur de España y tan sólo algunos conflictos quedaban en el norte. Poco después, el bando Nacional ganaría la guerra.
Muchas fueron las injusticias y las atrocidades cometidas por todos. Mucho también el sufrimiento, el desconcierto y la desesperación. Valencina se persiguió a sí misma, primero los unos y luego los otros, y llegó a ser bombardeada sin compasión, siendo su campanario el objetivo de la pólvora.
Tras haber superado una catástrofe, ahora llegaban unos tiempos difíciles, cada cual a su forma. Pero ya había vuelto la Luz, que alumbra a todos por igual y tiende su mano a todo aquel que quiera encontrar en ella un apoyo, sin entender otra cosa que no sea amor.
Así, gracias al amor y a la valentía de aquellos atrevidos que la sacaron en un carro tapada por flores viejas, la Virgen de la Estrella se salvó. Ojalá sepamos aprender de nuestro pasado para garantizar nuestro futuro.
Hoy, quizás, al mirar a la Virgen de la Estrella, su habitual sonrisa se verá mermada. Que nuestra ilusión infantil, causada al saber que tenemos ante nosotros al mejor regalo de Reyes jamás soñado, sepa devolverle su alegría.
D.E.P.

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