La procesión recorrió las principales calles de la localidad, por las que se fueron rezando las quince estaciones del via crucis (de Juan Pablo II). Cabe destacar el paso por el interior del complejo del Colegio Mayor de Santa María del Buen Aire, donde se dividió el cortejo debido a que las andas eran demasiado anchas para atravesar los pasillos.
El momento clave del via crucis se vivió cuando las andas rodearon la columna de la gran plaza central de los Jardines de Forestier. Había oscurecido, y junto a la luz de los cirios y las vistas a la ciudad de Sevilla dada su privilegiada situación, se compuso una estampa realmente bella.
A la vuelta, el cortejo discurrió por la plaza de Nuestra Señora del Rosario, justo antes de enfilar la Calle Real de camino de la parroquia de San Benito, donde hizo entrada en torno a las nueve menos cuarto de la noche.
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