jueves, 1 de septiembre de 2011

... y Valencina despertó.

La luz de un nuevo día llegará...
Al tiempo se pusieron los bellos de punta a todos los presentes. El Alba de Valencina resonó entre los muros de la iglesia, provocando escalofríos y tenues sollozos. Como un chasquido, la melodía fue recorriendo nuestro cuerpo alertando a cada célula que lo forma, y a nuestro corazón, huérfano durante un año.
¡Despierta Valencina...!
No hay mejores palabras que esas para definir lo que ayer sucedió. Más o menos esperado, lo cierto es que ayer caímos en la cuenta. No hay vuelta atrás, ya ha llegado. Y Valencina se despertó.
La novena a la Virgen de la Estrella, como siempre, marca la frontera entre lo cotidiano y la ilusión. Tras un año de muchas y diversas cosas, llega nuestro momento, ese instante, nuestro y sólo nuestro, en el que el cielo parece hacerse Valencina cuando la Estrella inunda la madrugada y le sobra el sol para alumbrarla.
Hasta entonces aún habrá que esperar. La Cuaresma Torrijera, la preparación para nuestro día. Entre tanto, la Estrella ya anuncia lo que sucederá. Nueve días de culto, de acción de gracias por ese momento mágico e irrepetible que cada año nos marca y nos conmueve.
Restan pocos días para que la Luz baje de las alturas y nos tienda su mano. A partir de entonces, habiéndonos pedido que la acompañemos, tan sólo el tiempo será la barrera que nos separe de nuestra gloria.


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