lunes, 29 de agosto de 2011

Cuaresma Torrijera

Hay un aire diferente. Los días son más cortos, aprieta menos el calor, la luz es distinta... Pero no, nada tiene que ver. Es un secreto guardado a voces, que retumba en lo más profundo de nuestro ser y remueve nuestras raíces. Pronto, las calles empezarán a florecer, pero no serán azahares, centinelas de una ciudad que se hace templo. Es la Cuaresma a la inversa, cuando lo solemne se vuelve alegría e impregna cada palmo de Valencina. Y todo por amor, una historia de amor a través de los siglos, el sueño de una leyenda que aún vive en el tiempo.
Una luz especial para un día especial. El alma está inquieta, ya se nota en el ambiente que algo grande se avecina. Un año dormidos, añorando lo que quizás no vendrá, y deseando despertarnos para empezar a soñar. El sueño de los despiertos, un sueño de realidad.
El perfume de los nardos, un sublime canto de estrellas, el color y la alegría... Un recuerdo vivo, que estalla en nuestra memoria y nos abre las puertas del cielo para llegar a la gloria. Y si la gloria está en el cielo, ¡Gloria a Dios en Valencina! Esa noche los luceros traviesos se arremolinan y, curiosos, dejan el cielo para venir a Valencina, que se hace firmamento y sólo un Sol la ilumina.

Cuarenta días... Ten paciencia torrijero, falta poco...



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