domingo, 14 de agosto de 2011

Reina de Reyes

Por mí reinan los reyes.
Cada noche, sobre la misma hora, espera en la oscuridad. Paciente, con su misma sonrisa, aguarda atrapada en el cristal, encarcelada por un sencillo marco cansado por sus años de oficio. Mucho es el tiempo que pasa en soledad, que permanece incluso en el olvido, abandonada en un rincón desde el que mira todo lo que ocurre en la habitación. En el silencio, es una incógnita lo que estará pensando, lo que estará sintiendo o, simplemente, si estará.
Pero cada noche, sobre la misma hora, esperando en la oscuridad de aquella pared del hospital, escucha paciente, con su misma sonrisa atrapada en el cristal, el llanto y la oración de aquella anciana, desvelada, a la que la enfermedad le impide encontrar comodidad entre las sábanas. Apenas sin desviar su mirada, y acompañando la soledad de la mujer, devuelve tan sólo por la queja, la esperanza.
Tiempo después, la anciana, de rodillas, lloró a lágrima viva cuando la vio, con las primeras luces del día, fuera del cristal, sentada en su trono. Tanto tenía que decirle, que calló, guardó silencio, y en ese silencio escuchó, escapándose entre su sonrisa, "tu fe te ha salvado".
Nuestra mayor riqueza es la humildad, llave indispensable para el Reino de los Cielos. Por ello, Dios te salve Santa María, Reina de los Reyes.

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